Posiblemente, muchos actuamos de forma interesad y para que se nos vea. Es verdad que lo hacemos de forma instintiva y espontánea, pero no de forma desinteresada y a quien verdaderamente lo necesita. Actuamos mirando al mundo y para que se nos vea. Al menos estamos inclinado a ello. Y esa debe ser nuestra lucha, actuar con quien verdaderamente lo necesita, sea quien sea, y si es nuestro enemigo, más razón tenemos para actuar, porque ello es la prueba del algodón de nuestro sincero y verdadero amor.
Ese es el sentido evangélico de hoy. Dar un vaso, por amor, a quien verdaderamente lo necesite. Privarnos de los excesos que nos puedan afectar y aflojar nuestra espiritualidad. No se trata de no hacer cosas que puedan gustarte, pero sí ponerlas en su justa medida. Sin perder la orientación del camino y de Dios, que es y debe ser el centro de nuestra vida.
Por tanto, todo aquello que empiezas a experimentar que afloja tu relación con Dios y te aleja de Él, déjalo, córtatelo, sácatelo. Ese es el criterio. Se trata de saber discernir y de actuar. No cabe duda que, al mismo tiempo, estamos descubriendo la necesidad e importancia de la oración. Necesitamos orar, estar con el Señor y abierto a la acción del Espíritu Santo. ¿Cómo, si no vamos a sostenernos y perseverar si no estamos unidos y en constante relación con Él? ¿Cómo vamos a vencernos a nosotros mismos sin la fuerza del Espíritu de Dios que nos asiste, nos acompaña y nos fortalece?
Solos estamos entregados y en manos del Maligno, que trata de apartarnos del camino del Señor. Por eso, unidos y consciente de la necesidad de estar en el Señor, le pedimos que nos llene de su Gracia para vencer todas las tentaciones e inclinaciones que amenazan nuestro camino y nuestra vida.
Y, también, acudimos a nuestra Madre, para que nos aconseje, nos transmita su serenidad, su confianza y su humildad en la seguridad que su Hijo, el Señor, nos escucha y camina con nosotros. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario