El seguimiento de Jesús no te da privilegios. Es un seguimiento para hacer méritos de servicio. Es un seguimiento que te invita a permanecer en los últimos puestos y a servir. No es por tanto agradable guardarse para los últimos puestos ni para quedarte al final y servir. Tus sentimientos hablan otro lenguaje, pero el amor los traduce en otra lengua, la del servicio.
No cabe duda que no es fácil cumplir esa misión. Jesús, nuestro Señor, ya nos avisa de esa dificultad, pero se pone Él como alivio y descanso. No pensemos en ir por ese camino por cuenta propia, porque el fracaso está asegurado. Podemos vencernos y someter nuestros sentimientos apoyados en nuestra voluntad e injertados en el Señor. Él es la savia que nos alimenta y nos fortalece para poder cumplir y vivir nuestro compromiso.
Sólo apoyados en Él podemos dar cumplimiento a nuestro servicio. Porque por su Gracia nos llenamos de paciencia y fortaleza para poder servir gratuitamente. Se hace necesario arrimarnos a la oración y pedir mucha luz y sabiduría, para, fortalecidos, soportar muchos esfuerzos y dificultades. Dificultades que nos vencen y nos pone el servicio cuesta arriba.
Pidamos tener fuerza para renunciar a nuestra voluntad y hacer la voluntad de los otros. Porque cuando estamos haciendo eso, siempre que sea un bien, estamos haciendo la Voluntad de Dios. Y no podemos imaginar que supone eso y los méritos conseguidos.
Sólo Dios sabe que estamos logrando. Pidamos ser fuerte y estar dispuestos a servir confiados en que el Espíritu Santo nos dará los medios necesarios y las fuerzas necesarias para poder realizarlo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario