No lo sé, ni tampoco sé cómo hacerlo. Trato de esforzarme en rezar, pero, durante mucha parte de mi vida no he tenido conciencia de la gran importancia de la oración. Y todavía hoy me cuesta dedicar espacios importante a la oración, es decir, al diálogo con Dios. Sin embargo, hace ya un poco de tiempo he notado que experimento una notable mejoría.
Siempre he pensado que la oración tiene que ser gozosa, porque de no serlo, creo que no estaría bien hecha. Hablar con tu mejor amigo y con la persona que te ha salvado y te quiere tiene que ser gozoso y deseado. Tiene que ser un espacio de paz y de alegría. ¿Cómo entonces la oración te puede fastidiar? Y digo esto porque en muchos momentos tengo la sensación de que quiero terminarla pronto y quitarmela de encima. Algo así como un cumplimiento pesado y molestoso.Tengo que confesarlo, porque no hacerlo es engañarme a mí mismo. El Señor lo sabe, y también sabrá, mejor que yo, el por qué de esa sensación.
Sin embargo, eso no me preocupa tanto, porque trato de, a pesar de ese lastre, permanecer en el Señor y soportar todas mis limitaciones y perezas. Sé que yo no puedo cambiarme, pero creo que el Señor sí puede, y en Él confío. Mis esfuerzos van en ese sentido, en tratar de permanecer fiel y, a pesar de mis dudas y debilidades, permanecer a su lado en el esfuerzo de escucharle y de servir desde su Palabra.
Y eso me ayuda a orar, a permanecer en actitud orante. Algunas veces mejor que otras. Me ayuda que grandes santos, como Santa Teresa pasaron tiempo sin encontrarse cómodas en la oración, o que el tiempo se le hacía enorme. Confío, y eso le pido al Señor, que me dé ese gozo de saber estar con Él, de escucharle y rejocijarme en su Palabra, en su aliento y compañía. No desespero, porque eso sí sería un síntoma claro de desfallecer y perder la fe. Trato y me esfuerzo en padecer el sufrimiento que pueda padecer por no saber estar con el Señor, o por no poder saborear su presencia y compañía.
Y, por eso le ruego, que abra mi corazón para que detecte su presencia y su compañía y goce en íntima oración con Él. Gracias, Dios mío, porque sé que me escuchas y me darás lo que necesito para llegar a Ti, porque me quieres y me amas. No dejes que el pecado y mi debilidad me alejen de tu presencia. Amén.
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