Vivimos en medio de una selva. Una selva donde el peligro nos acecha en cada esquina, una selva donde las disputas, los enfrentamientos y las guerras amenazan con romper la convivencia y sembrar la discordia y la muerte. Hay muchos lugares donde la vida es una quimera y camina pendiente de un hilo, y otros, aunque en apariencia reina la paz, se vive en la injusticia, en la mentira y en el poder.
Hay también un mundo donde los inocentes son condenados sin previo aviso y sin defensa propia. No se les deja ni nacer ni levantar la mano para protestar. Un mundo donde el rey es el egoísmo y el placer. Un mundo donde, a los ya avanzados de edad, se les presenta la jubilación del cuerpo y se les condena a la muerte por inutilidad. Un mundo absurdo donde el amor ha sido cambiado por la productividad y los intereses económicos.
Y dentro de este mundo estamos también nosotros, Señor. Nosotros que queremos vivir como Tú nos has enseñado y donde el amor es lo primero. ¿Cómo permanecer en este mundo sin Ti, Señor? Si Tú te vas nos quedamos desorientados y vencidos. Te necesitamos, Señor. Y en esa esperanza de volverte haber dentro de poco nos atrevemos a continuar la lucha sin cuartel que nos impone este mundo destrozado por el afán de poder, de riqueza y de placer.
Danos, Señor, la fuerza y sabiduría para sostenernos en tu Amor; danos, Señor, la perseverancia para resistir los embates de la concupiscencia que este mundo nos presenta como su mejor regalo; danos, Señor, la esperanza de sabernos acompañado por Ti y en espera de tu regreso y de confiar en que al final toda esta lucha, tristeza y sufrimientos se convertirán en gozo y plenitud eterna.
Con estos sentimientos y fundadas esperanzas, confiados en tu Palabra, Señor, que siempre ha tenido fiel cumplimiento, y apoyados en la comunidad, donde compartimos nuestra fe y nuestros ánimos para continuar el camino, te damos gracias, Señor, por tu presencia y por tu Amor. Amén.
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