Pretender dar orientación y buscar la verdad desde la oscuridad, es algo así como querer meter el mar en una piscina. Porque, nosotros, seres imperfectos, limitados y pecadores estamos sometidos a los vicios y apetencias que el mundo nos presenta. Somos en potencia esclavos de los pecados capitales que nos someten y nos esclavizan, y desde nuestra humanidad pecadora no podemos caminar en busca de la verdad.
Necesitamos otra clase de luz, una Luz que proceda de lo alto, de la propia Sabiduría Absoluta, una Luz que nos acompañe y nos vaya orientando hacia la Verdad. Esa Verdad con mayúscula que está encarnada en Jesús, el Hijo de Dios hecho Hombre. Necesitamos su Palabra y sus enseñanzas para que, injertados en el Espíritu Santo, caminar por caminos, valga la redundancia, que nos oriente y que nos vayan descubriendo la auténtica verdad, que está contenida en la Palabra de Dios.
Por eso, no caigamos en el grave error de emprender el camino desde nuestra iniciativa propia sin contar con la asistencia divina del Espíritu de Dios. Seamos humildes, pobres y receptivos a su acción y, abriéndonos a su acción dejemonos iluminar y asesorar por sus impulsos y palabras. Busquemos la libertad, nuestra libertad, en la Palabra del Señor, porque solamente la Verdad nos puede hacer libre y darnos capacidad para discernir y optar por el camino verdadero y la verdad verdadera.
Pidamos, pues, esa sabiduría, esa capacidad de discernir, esa inteligencia de saber elegir, ese consejo de optar por lo bueno y justo y de buscar a los hermanos que, compartiendo nuestra fe, nos ayuden desde el Espíritu Santo a caminar por el auténtico Camino, Verdad y Vida. Porque, sólo Él es la Verdad y la Salvación. Amén.
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