Es una manera de decirlo, pero sabemos que en nuestro camino terrenal hay mucha gente enferma, marginada, débil y pobre. Unos puede ser que se lo hayan creado ellos mismos; otros, quizás hayan sido víctima de las circunstancias de su propia vida y no tengan fuerza para salir de la encrucijada en la que se encuentran. Es posible que otros sean los culpables de su situación e incluso no quieran salir de donde se encuentran. Y fiinalmente están los que se encuentran cómodos e instalados en esta clase y dura vida.
De cualquier forma son personas que están en tu camino y a las que no debemos ignorar. ¿Qué hacer? Será difícil saberlo, pero no por eso debemos ignorarlos. La oración es un arma muy útil y muy necesaria. No podemos obviar a muchos que estén incluso relacionados por vínculos de sangre con nosotros. Pero, una cosa si es necesaria, el estar dispuestos, atentos y preparados para actuar en algún momento favorable o cuando ellos decidan dejarse ayudar para salir de esa situación precaria y de miseria.
Mientras, podemos rezar mucho y esforzarnos en esta disponible. Ese rato que, aparentemente te pueda resultar perdido no lo es. Es quizás ese vaso de agua, que compartas con ellos, será muy valioso. Te lo agradecen y se les nota en sus caras y aceptación. Ese hermoso tiempo, a eso me refiero, que compartes con ellos y que tratas de orientarle en la vida es la mejor ayuda que se le puede dar en esos momentos en los que perseverar en su estado de vida. Muchos han podido salir de ese mundo de miserias, pero no han querido.
Se hace necesario pedirle al Espíritu Santo que les ilumine y les llene de sabiduría y voluntad para que se dejan ayudar y quieran salir de ese estado indigente y de marginación. Es esa la oración que hoy te pedimos, Señor, y que, como el centurión, ponemos en tus Manos sabiendo que desde donde Tú estés, desde ahí, puedes moverles a querer levantarse y salir de su indigencia. Amén.
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