El mundo nos seduce, pero también nos atraen nuestros deseos de éxito, poder, riqueza...etc. Vivimos en un mundo de afanes constantes por superarnos y conseguir más poder, riquezas y todo lo que nos haga más feliz, pues pensamos que en esas cosas encontraremos la felicidad. Cuanto más tengamos seremos más felices, pensamos de forma errónea, porque el tiempo nos desengaña y la experiencia nos dice todo lo contrario.
Y nos lo demuestra el devenir de muchos poderosos y famosos que han tenido éxito en la vida. Y que, a pesar de sus éxitos no son más felices. Si cabe, más infelices. Pero, a pesar de la cercanía y las pruebas que vemos en la vida nos cuesta convencernos. Nuestra naturaleza humana se siente atraída por las cosas de este mundo y se resiste a dejarlas. Nos cuesta salir de esa espiral en la que el mundo nos envuelve. No nos resulta fácil y, para ello necesitamos mucha oración y esfuerzos de perseverancia.
O lo que es lo mismo, estar vigilantes y atentos a tu presencia Señor. Y es eso lo que derrama nuestro corazón hoy, junto a los hermanos que pasan por nuestra casa y con todos los que quieran unirse, en súplica para que nos mantengamos firmes y perseverantes en tu Palabra y presencia entre nosotros.
Te pedimos, Señor, la sabiduría, no la de este mundo sino la que viene de ti, para que nos ilumine, abra los ojos de nuestros corazones y nos haga ver la Verdad. La Verdad de tu Palabra, que nos libera de las ataduras y esclavitudes de este mundo y nos llena de verdadera paz, gozo y felicidad eterna. En Ti, Señor confiamos y, abandonados en tu Palabra esperamos tu segunda venida con contenida esperanza llenos de paz y confiados en tu Eterna Misericordia. Amén.
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