Comienza serenándote y silenciando tu mente. Abre tu corazón al amor sin fronteras del Corazón de Jesús.
No es fácil mantener la calma y la paz, sobre todo cuando muchas situaciones complicadas se apoderan de nuestra vida y de nuestro corazón. Cuando la actividad y el trabajo nos cansan, cuando nuestro deseo de hacer el bien nos rinde por la falta de frutos palpables, más de una vez sentimos ganas de abandonar o de huir.
¿No será que nuestro corazón no tiene en el Señor su descanso? ¿No será que olvidamos la promesa del Señor: «Sin mí no podéis dar fruto» (Jn 15, 5)? Cuando estas nubes intenten anidar en tu mente, recuerda la invitación de Jesús a descansar en su corazón: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré» (Mt 11, 28).
Me acerco a tu corazón, Jesús, y me asombro ante tanto derroche de amor sin medida ¡Gracias, Señor! Te cuento mis cosas y tú me serenas. Y cuando camino entre peligros, sé que siempre vas conmigo. ¡Gracias, Señor! Amén.
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