Silencia tu mente. Hazte consciente de que Dios te rodea con su amor. La puerta de su corazón siempre está abierta de par en par. Siéntelo como padre, como amigo. Él quiere tu realización y tu felicidad.
Revive tu bautismo, que te une a Cristo Jesús y te capacita para vivir en comunión personal con Dios. La Iglesia es en el mundo la presencia viva del amor de Dios, que se inclina sobre toda debilidad humana para acogerla en el abrazo de su misericordia.
Dios mío, hazme oír hoy, el gozo y la alegría. Que mi corazón se alegre en tu presencia. Crea en mí un corazón puro. Renuévame por dentro con espíritu firme”.
Gracias por esa semilla de amor que has puesto dentro de mí, gracias por tus cuidados de jardinero fiel, gracias por tu esperanza en mí. Transforma mi corazón de piedra en un corazón de carne capaz de amar como tú me amas. Amén.
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