Jesús, a menudo debes tener ganas de decirme a mí también «¿Por qué tienes miedo?» Tengo miedo de ¡tantas cosas! Tengo miedo porque me siento inseguro y débil. Tengo miedo del esfuerzo que supone la fidelidad. Tengo miedo de la muerte y del más allá. Tengo miedo de equivocarme y ser mal visto. Tengo miedo de creer sin tener la evidencia. Tengo miedo frente a los problemas de la sociedad… Ya sé que tú estás a mi favor y que, al fin, tendrás la última palabra.
Sin embargo, en plena tempestad, ¡tengo miedo! Necesito sentirte muy cerca de mí, palpar tu presencia y escucharte. Haz que no olvide nunca tu promesa de amigo: No os dejará huérfanos; yo estaré siempre con vosotros; me voy a prepararos estancia en la Casa de mi Padre y volveré a buscaros, para que estéis conmigo. Amén.
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