Se ha ido, pero regresará. Condición para regresar es irse, y Jesús se ha marchado para estar a la derecha del Padre y regresar cuando lo estime oportuno. Es una gozada y alegría inmensa esperar la venida del Señor. Y más todavía esperar la hora del encuentro con Él.
Para el creyente, tanto el final del mundo o la hora de su muerte son fechas especiales que marcan extraordinariamente su vida. Ayer hablábamos de eso. La muerte ha pasado a no ser temida, ni a tener la última palabra. No obviamos que son momentos difíciles y de tristeza, pues las separaciones siempre duelen. Pero de eso a morir y desesperar va un abismo.
Cristo Vive y permanece con nosotros venciendo al mundo. La Resurrección queda señalada con la Ascensión. Jesús acude al Padre y allí nos prepara un lugar para nosotros también, para todos aquellos que crean en Él y se esfuercen en cumplir la Voluntad del Padre. Pero, permanece entre nosotros en la Eucaristía dándonos su Cuerpo y su Sangre en Espíritu y fortaleciéndonos para la lucha.
No perdamos la esperanza de acudir siempre al Señor. Él no se ha ido. Permanece junto a nosotros tendiéndonos la Mano para asirnos y levantarnos. El Espíritu de Dios vive en cada uno de nosotros, y se nos da, a través del Señor, en cada Eucaristía, alimentándonos para que podamos combatir y vencer las adversidades que el mundo, demonio y carne nos oponen.
Te pedimos Señor la sabiduría y la fortaleza de resistir y no desfallecer ante las tentaciones y peligros, bajo la apariencia de felicidad, que el mundo nos ofrece, y, permaneciendo en Ti, podamos superarlos.