¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este
valle hondo, escuro,
con soledad y
llanto;
y tú, rompiendo
el puro
aire, ¿te vas
al inmortal seguro?
Los antes
bienhadados,
y los agora
tristes y afligidos,
a tus pechos
criados,
de ti
desposeídos,
¿a dó
convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán
los ojos
que vieron de
tu rostro la hermosura,
que no les sea
enojos?
Quien oyó tu
dulzura,
¿qué no tendrá
por sordo y desventura?
Aqueste mar
turbado,
¿quién le
pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al viento
fiero, airado?
Estando tú
encubierto,
¿qué norte
guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube,
envidiosa
aun deste breve
gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas
presurosa?
¡Cuán rica tú
te alejas!
¡Cuán pobres y
cuán ciegos, ay, nos dejas!
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