Si pensamos un poco nos descubrimos en constante búsqueda de encontrar el verdadero aprisco donde morar con plena confianza, seguridad, paz y gozo. Un aprisco que nos resguarde de todos los peligros a los que este mundo nos somete y que nos dé la confianza de vivir en paz y alegría. Es verdad que en nuestro camino mundano experimentamos inseguridad, desconfianza y toda clase de peligros. Nos sentimos amenazados por dictaduras, esclavitudes, guerras y hambre. En muchos lugares no se sabe que vas a comer o si vas a vivir un día más. ¿Es este mundo que quiere Dios?
Sin lugar a duda que no, pero, también es evidente que Dios respeta la libertad que le ha dado al hombre y a la mujer y que permite la elección de sus decisiones, entre ellas, la de aceptarle o rechazarle. Y en esa libertad nos encontramos todos. Elegir el verdadero aprisco donde, a pesar de los peligros, los bandidos, los falsos pastores y mentirosos tratan de engañarnos y confundirnos, podamos encontrar la esperanza y el sosiego de perseverar y sostenernos en él.
Por eso, desde estas humildes y pobres líneas elevamos nuestro corazón a nuestro Padre Dios para que nos guíe por la verdadera senda que conduce al encuentro con el Buen Pastor, su Hijo, el verdadero y único Mesías, que nos guarda, nos cuida y nos lleva al verdadero aprisco, donde nos guarda de todo peligro, contaminación maligna y alejados de las tentaciones del demonio.
Te damos gracias, Señor, y te pedimos que nos dé esa sabiduría que nos ayuda a conocer y distinguir la voz del verdadero Pastor que nos llama, nos conduce y nos lleva al redil de la Verdad, de la Paz y del gozo de permanecer junto al Padre que nos llama y nos salva. Amén.
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