El amor no conoce nada de eso. Está fuera de todo interés y se da gratuitamente y siempre buscando el bien desinteresado. No mira para sí mismo, sino se preocupa por el bien del otro y en ese bien encuentra su gozo y felicidad. El mundo no le comprende ni sabe de esas cosas. Por esa razón, seguir a Jesús es no pertenecer al mundo y, por tal causa, el mundo buscará odiarte y hacerte el camino imposible tratando de alejarte de la propuesta de amor que Jesús te hace.
Desde esta perspectiva pedimos la fortaleza, la luz y la voluntad de poder, ante las dificultades que el mundo nos presenta, ser portadores de servicio, de solidaridad, de comprensión, de humildad y de, en definitiva, amor. Porque, el amor será el arma que tendrá la posibilidad de transformar los corazones de los hombres y mujeres para que se comprometan en trabajar en aras de un mundo mejor donde la verdad y la justicia estén presentes en todas los actos y obras del mundo.
Y eso se lo pedimos al único que nos lo puede dar, el Espíritu de la Verdad que el Hijo pedirá al Padre para que desde el Padre, nos lo envíe y nos asista y auxilie en esas dificultades y obstáculos que se nos interpondrán en el camino hacia la Casa del Padre. Amén.
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