Porque, no se puede soportar la cruz sin la Gracia del Espíritu Santo. También el Señor fue conducido a las tentaciones del desierto por el Espíritu Santo y, en su Pasión y Muerte estuvo presente en Él. Y, ascendido a los Cielos, nos lo envió para que, también nosotros, pudiéramos seguir sus pasos y soportar las cruces que nos salieran al paso en nuestro camino.
Desde esta actitud te pedimos, Señor, esa Gracia de, dado el paso, tener la fuerza, el valor, la entereza de mantenernos fieles a tu Palabra y de soportar el dolor que trata de apartarnos de tu Verdad, de tu Camino y de tu Vida. Y de experimentarnos gozoso en esos sufrimientos y salidas de nosotros mismos despojándonos de nuestras apetencias y egoísmos humanos para darnos en servicio, por amor, a los demás tal y como Tú, mi Señor, nos enseñaste, nos mostraste y nos diste testimonio poniendo tu Vida a nuestro servicio, e, incluso dándole en la Cruz.
Gracias, Señor, por tu ejemplo, por tu testimonio y, sobre todo, por tu Amor. Y danos esa Gracia de no desfallecer y de seguirte, a pesar de nuestras debilidades, errores y pecados. Danos esa sabiduría de comprender que esas debilidades y pecados son las pruebas de nuestra perseverancia y de nuestra fe en Ti. Amén.
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