Es una garantía la compañía del Espíritu Santo. Él es garantía de triunfo y su presencia nos conducirá por el verdadero y único camino de salvación. De salvación que, es lo mismo, que decir de felicidad, porque, llegar a la Casa del Padre es alcanzar la felicidad absoluta y el gozo eterno: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar».
Tenemos garantía de Vida Eterna en gozo y plenitud en la presencia del Padre y el Hijo. Y esa garantía nos la da la presencia del Espíritu Santo, que nos acompaña, nos auxilia y nos fortalece en el camino para, por y con sus fuerza, luz y sabiduría, superar todos los obstáculos que nos salen al paso.
Gracias, Padre, por darnos la compañía del Espíritu Santo para que nuestra fe camine y nunca se pare. Una fe que crezca en nosotros y que, cada día, sea mayor y más firme en cada paso que vamos dando. Sabemos, por Ti, Señor, que has sido glorificado, por tu muerte en la cruz, en el Padre y que el Padre ha sido glorificado por Ti también.
Danos, también a nosotros, Señor, esa gloria que Tú nos has traído de parte del Padre para que también nosotros, junto a Ti y por tu Gracia, podamos dar gloria y alabanzas al Padre Dios que te ha enviado a anunciarnos su Amor. Gracias, Señor.
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