Al hablar de riquezas, lo inmediato es pensar en dinero, bienes y objetos de valor... pero hay otras riquezas de mayor peligro que se mantienen escondidas y resultan más difíciles de descubrir. Y ese tipo de riquezas habitan en todos los seres humanos, pobres y ricos económicamente hablando.
Se trata de nuestro corazón, caja fuerte que guarda todas nuestras apetencias, intereses e ideales por los cuales suspiramos y nos movemos. Y dependiendo de lo que se tenga como valor prioritario, nuestro camino se hará en función de ese valor. Así, el interés por el dinero me moverá a vivir en y para el dinero, y otros intereses harán el mismo efecto en la motivación de mi vida.
Prestigio, honores, poder, sexo, gula...etc., son otro conjunto de joyas que podemos tener guardados en nuestro corazón, y, por y con ellos caminamos, nos movemos y luchamos. La venda que tenemos en los ojos nos impide ver que todas esas cosas, prioritarias en nuestra vida, son caducas y, llegado su momento, desaparecerán. En el camino nos daremos cuenta, pero puede ser que sea en la hora tarde y perdamos todo lo que hemos atesorado entre la polilla y el herrumbre.
Conviene darnos cuenta sobre la verdadera riqueza, y el verdadero tesoro, y descubrirlo a tiempo. Buscar donde se puede encontrar, y eso no tiene otra respuesta que la que dio Jesús al joven rico.
Ayúdanos Señor a desapegarnos de todo aquello que nos impide caminar limpiamente y que hace pesado y cansado nuestro camino. Danos fuerza con el alimento de tu sagrado Cuerpo y aviva nuestra voluntad de aligerarnos de toda carga que atenaza y ralentiza nuestro camino junto a Ti.