Sí,
necesito salir de ese carnaval de prisas y de colores. Todo es consumo,
compras, regalos, fiestas y diversión. Pero, ¿qué celebramos? No lo
sabemos, o no queremos saberlo. Sólo nos importa el festejo, los regalos
y la diversión bañada de alcohol.
Y
todo esto no nos ayuda a reflexionar, ni a ver la verdadera realidad.
Mientras otros sufren las calamidades de las que son víctima por el
egoísmo y la soberbia de otros. Y permanecemos ciegos a la Luz que hoy
trata de deslumbrarnos para alumbrarnos la verdad y la justicia.
Un
Niño nace en un pesebre pobre, pero habla de los pobres y nace para
salvar a lo pobres. Es pobre porque el amor es verdadero amor cuando se
hace pobre, porque solo siendo pobre compartes, pues la pobreza se hace
rica cuando es compartida. Nadie es más rico que aquel que da lo que
tiene a los pobres.
Paradojas
de la vida que se nos oculta a los que atesoramos riquezas en este
mundo, pero perdemos el verdadero tesoro de la vida eterna y plena. Por
eso, para que seamos capaces de ver la verdadera luz y la verdadera
fiesta, pidamos al Padre Dios que nos abra los ojos para ver como los
pastores que el Niño Dios ha nacido en el pesebre para enseñarnos a
nacer y a vivir.
Porque
solo en el Amor podemos alcanzar y festejar la verdadera alegría, que
no nace de las luces y las fiestas que alocados y desbocados corremos a
festejar. Miremos a María y a José, padres del Creador, que en paz y
sosiego abren sus corazones a ese Niño Dios que nace en el pesebre.
HIMNO II
(Laudes)
Lucero del alba,
luz de mi alma,
Santa María.
Virgen y Madre,
hija del Padre,
Santa María.
Flor del Espíritu,
Madre del Hijo,
Santa María.
Amor maternal
del Cristo total,
Santa María. Amén.
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