Cuando me cierro al amor me estoy cerrado al Espíritu Santo que me asiste y fortalece para amar. Porque sin amor nada soy. Pues el amor es lo verdadero, y toda verdad se apoya y se funda en el amor. El amor es la última expresión de nuestras acciones. Sin él nada es verdadero y todo se reduce a hipocresía.
No hay vuelta de hoja, o se ama, o no se ama. Y solo aquellos que se entregan al amor son los que verdaderamente tratan de cumplir la Voluntad de Dios. Cuando me cierro al amor, estoy diciendo que no quiero cumplir la Voluntad de Dios. Sólo pienso en mí y nada está primero sino mi bienestar, mis ambiciones y egoísmos. Sólo me quiero a mí, y en mí acaba todo.
Por eso, Dios mío, tengo miedo de mis debilidades, de mis egoísmos, de mi cerrazón. Quiero dejar mi corazón abierto, de par en par, para que el Espíritu Santo entre en él y lo transforme en un corazón dado, entregado a buscar el bien de los demás. Un corazón fraterno y solidario con todos aquellos que lo pasan mal o se encuentran en dificultades.
O lo que es peor, te rechazan y buscan la felicidad en las cosas de este mundo. Dame la capacidad de saber proclamarte y de expresar que Tú eres la única fuente de vida eterna, que calmas la sed con un agua que nos sacia eternamente. Amén.
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