No quiero agobiarte con mis peticiones. Supongo que te tendré cansado, siempre el mismo rollo. Sólo una cosa quiero ahora, o mejor, pretendo ahora: "Estar contigo en silencio, tratar de escuchar lo que Tú quieras decirme y ponerme a tu disposición si llego a entender que quieres de mí".
Pero, en principio, solo permanecer a tu lado, frente a Ti, y sentir la alegría de tener la dicha de sentirme tu amigo, tu hermano e hijo del mismo Padre, por tus méritos y tu entrega gratuita de merecerlo por Ti. Me propongo no pedirte nada, simplemente que me permitas estar contigo, seguirte y recibirte todos los días. Tú dirás, ¿qué quieres de mí?
Tengo que decirte que me da un poco de miedo, porque no tengo confianza en mis fuerzas, me siento débil y frágil con mi pobre humanidad. Tú sabes que me cuesta vencerme, vencerme a los apegos y tentaciones de este mundo, pero tengo esperanza de que Tú me puedas ayudar en todo eso. No sé cómo, pero yo confío en Ti.
Por eso, no hablo, no digo nada porque metería la pata, ni tampoco sé que pedir. Yo solo a tu lado, en silencio, sin abrir la boca. Tratando de estar atento, expectante y dispuesto a escucharte y obedecerte. Simplemente, Padre, quiero permanecer en Ti. Amén.
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