Solo con la luz de la fe y la meditación de su palabra divina puede uno... |
Sabes, mi Jesús amado, tengo un sueño, que acaricio hace tanto tiempo, mi Señor.
Un sueño, que no sé, si se pueda volver realidad, lo dejo en tus sagradas
manos.
Mi sueño, amado mío, tiene que ver con la fe. Y es mi Jesús…
que al mirar el pueblo de Dios, las almas que habitan en el tiempo y el
espacio, en estos días, descubro que la luz de la fe se ha ido oscureciendo en
muchos, en otros, apenas es una lucecita tenue, que el pequeño soplo la puede
apagar.
No puedo quedarme indiferente, no está en mi alma no
desear ayudarles… siento como un impulso
interior que me lanza a desear con toda mi alma ayudarles, extendiendo mi mano
a esa pequeña llamita de fe y hacerla crecer. Pero, ¿Cómo hacerlo? ¿Qué puedo
hacer si nada sé, si nada puedo? Si solo Tu, mi Rey puedes hacer.
Pero es aquí, cuando siento el intenso deseo de procurar tener fe,
una fe que sea “fuego”… un holocausto, de tanta intensidad de calor que
provoque calentar el frío de la fe en los hermanos.
Oh, si, como Locuras, Amado mío,
locuras de un pobre y pequeño corazón que solo desea que las almas te amen… y
nadie se pierda para la eternidad… porque Tu mi Adorado Rey eres nuestra
eternidad.
Desde la Soledad del Sagrario
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