No dejes, Espíritu Santo, que mi corazón se haga de piedra. Dame la paciencia de saber esperar, y la esperanza de permanecer siempre atento y dispuesto a seguir tus indicaciones. Las tentaciones son muchas, y la oscuridad se hace difícil de evitarla.
Y cuando camino entre oscuridades todo parece confuso, extraño, incomodo, injusto, y hasta difícil de entender. Es entonces cuando necesito tu guía, tu luz, tu serenidad, tu confianza, tu reflexión, tu paciencia, tu sabiduría, tu paz y sobre todo, tu amor.
El mundo se hace insoportable en muchos momentos del camino. No entiendes ni nadie te entiendes. Muchos buscan sus propios intereses, y otros trepar para estar los primeros. Prevalece el prestigio, las buenas apariencias, los títulos, el conocimiento... incluso las riquezas. Y los que no llegamos ahí perdemos valor y quedamos fuera de la comunidad.
Sí, ocurre hasta dentro de la Iglesia, y de nuestras comunidades. La soberbia nos corroe sin darnos cuenta, y el orgullo se interpone ante la humildad y nos separa. Sí, Espíritu Santo, te necesitamos mucho y en cada momento. No te separes de nosotros, no nos alejes tu Rostro. Inunda nuestro corazón y tómalo como tuyo, pues queremos que Tú seas el guía de nuestra vida. Amén.
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