Cuando amamos nos estamos también uniendo, pues el amor es signo de unidad. No se puede amar si no se está unido, y cuando amas desaparecen las barreras que separan. El amor borra las diferencias y las desigualdades; el amor allana e iguala los caminos y hace que los pensamientos, aún siendo diferentes, se respeten y sean fraternos los unos con los otros.
Por eso, a pesar de nuestras diferencias y nuestras desigualdades pidamos al Señor que sane nuestros corazones heridos y nos dé la capacidad y la fuerza de amarnos y unirnos, porque solo el amor hará que seamos uno, como lo son el Padre y el Hijo.
Danos, Señor, un corazón de carne, sensible a los sufrimientos de los demás y capaz de renunciar a los egoísmos personales, para servir y unirse a los hombres más marginados y desheredados de este mundo. Danos un corazón humilde y lleno de vida para ayudar a todos los niños nacidos en el vientre de sus madres, a nacer a la vida de este mundo. Amén.
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