Porque no te entiendo, y no soy mejor que aquellos otros que te creen loco o fuera de sí. A veces me resisto a pensar lo mismo, pero no puedo evitar pensarlo. Me parece una locura amar de esa forma que Tú, Señor, nos has amado. ¿Cómo puedo amar a mis enemigos?
Tú también los has tenido, y muchos que planeaban quitarte del medio. Hasta tus mismos parientes llegaron a pensar que estabas fuera de sí. ¿Cómo puedes perdonarlos y amarlos? Consiguieron lo que querían, quitarte del medio, y Tú, encima, los perdonas agonizando en la cruz.
Es difícil entenderte, Señor. Se entiende que todos te dejaran solo. Ahí está el mérito de María, y es que como una Madre no hay nada. Sobre todo la que Tú has elegido para ser tu Madre. Supongo que a mí me hubiese ocurrido lo mismo, y que pensara que eras un loco también.
Pero, ¿a dónde voy? Yo como Pedro digo lo mismo. Sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna. ¿A quién puedo ir y de quién me puedo fiar? Me pongo en Tus Manos, Señor, y me abandono a tu Voluntad. Dame la paciencia, la humildad y la gracia de permanecer a tu lado, y seguir tu locura de amor, pues me fío de tu Palabra. Amén.
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