Es indudable que necesitas amar para crecer en conversión. Sin amor no puedes avanzar. Necesito amar, Señor, y eso te pido desde este humilde rincón de oración. Soy un pobre pecador que quieres seguir tus pasos y sin Ti nada puedo hacer.
Experimento mi incapacidad, al menos yo solo no puedo, porque tropiezo contra mi propio egoísmo y el egoísmo de los demás. Y no digamos cuando se trata de enemigos, de gente que busca hacerte daño y que guardan segundas intenciones malas contra ti.
No tengo fuerzas, Señor, para amar de esa manera. No llego sino a amar a aquellos que piensan o son afines a mis gustos, aficiones o apetencias. Me cuesta amar a los que me dan problemas y presentan dificultades. Por eso, Señor, pido tu concurso, tu ayuda y tu Gracia, para doblegar mi corazón, amansarlo y llenarlo de mansedumbre.
Sólo así podré transformarlo y llegar a amar. No sólo a mis amigos, sino también a aquellos que me hacen mal y se presentan como enemigos. Porque esa es la señal y la característica que distinguen a los cristianos de los que no lo son: el amor a los enemigos. Tal y como Tú, mi Señor, has hecho y enseñado.
Danos, Señor, un corazón de carne cargado de ternura, de bondad y de misericordia, para ser capaz de amar como Tú amas. Amén.