El valor de la palabra no es tanto lo que dice sino cuanto, lo dicho, se lleva a la vida y se concreta en obras que reflejan y cumplen con lo dicho y prometido. Porque, lo contrario desdice todo lo dicho y prometido. Si dices y no haces, mientes. Y si mientes estas cumpliendo, no la Palabra y Voluntad de Dios, sino la del diablo, príncipe de la mentira. Pues, si no estás con Dios, estás contra Él.
Por tanto, proclamar y evangelizar no es tanto hablar de Dios cuanto hacer vida en los hechos concretos de la vida, valga la redundancia de la Palabra. Eso es realmente hacer la Voluntad de Dios y lo que verdaderamente te hace dichoso y bienaventurado. ¡Vivamos, pues, la escucha de la Palabra con esa actitud y deseo, a pesar de reconocer que vivirla y llevarla a la vida no es tarea fácil! Añadiré que será imposible vivir en su Voluntad si nos empeñamos en vivir alejados de Él.
Se hace necesario y de vital importancia caminar y recorrer el camino de nuestra vida injertados en el Señor. Sin Él nada podemos y caeremos en la manos del príncipe de este mundo - el demonio - que su principal tarea es alejarnos del Señor con sus seducciones, engaños y apariencias de felicidad que son falsas. Por eso necesitamos la oración y la petición como hijos que suplican a su Padre.
Padre, te pedimos fortaleza y voluntad para superar todas esas dificultades, tentaciones y obstáculos que nos impiden llegar a Ti y proclamarte de Palabra y Vida. Amén.