HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.
Quiero, Señor, recibir de tus Manos el Pan que me da la Vida, tu Vida, y me hace hijo del Padre celestial y hermanos entre nosotros. Porque, Tú das el verdadero alimento que nos da la Vida Eterna y nos invade de paz y felicidad. Sin embargo, para eso tengo que estar en tu presencia, es decir, seguirte y abrirme a tu Palabra. Seguirte, Señor, a pesar de la dificultad del camino, lo desolador del desierto y las penurias y batallas que presenta la marcha de cada día.
No por ser hijo del Padre Celestial, por los méritos de nuestro Señor Jesucristo mi vida va a ser mejor que las que le dan la espalda al Señor y se resisten a ser sus hijos. El ejemplo está en Jesús, el verdadero Hijo de Dios, que por sus méritos entregando su Vida gana para nosotros el perdón del Padre y el ser considerados sus hijos, pero, para ello, ha entregado su Vida y ha padecido su Pasión y Muerte.
No ha sido la vida de nuestro Señor un camino de rosa, y hasta suplicó en su última hora de muerte el abandono del Padre. Pero, al final, entregó su Vida en sus Manos. Jesús nos marca el camino y nos lo dice muy claramente: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Él es el ejemplo a imitar y a seguir. Él es nuestra referencia y modelo.
Pidamos al Señor que, siguiendo al Señor, seamos capaces de afrontar nuestra vida con el mismo espíritu que la afrontó Jesús. Pidamos al Señor la sabiduría y fortaleza para ponernos en Manos del Espíritu Santo y, asistidos y auxiliados, seamos fuertes para soportar todo lo que la vida nos exija y nos presente. Pidamos que sepamos entender que este mundo es un camino, a veces de penurias, de sacrificios y de lucha, y otros de cierta felicidad y tranquilidad, pero siempre vamos a tener la amenaza de la tentación del pecado.
Pidamos, con fe y confianza, que sepamos entender que seguir al Señor no es un camino de rosa, pero sí es el camino que da sentido a nuestra vida y nos conduce a la otra vida, la trascendente, en donde alcanzaremos la verdadera paz, felicidad y Vida Eterna. Amén.