Que siempre, Señor, sienta curiosidad y deseos de escucharte. No me atrevo a decir de verte porque ahora Tú, Resucitado y ascendido a los Cielos, no estás con Naturaleza humana entre nosotros, pero si te pido que esté siempre presente en mi vida y yo en la Tuya. Porque puedo verte en el Sagrario y alimentarme de tu Cuerpo espiritualmente en la Eucaristía.
También, Señor, te toco y te veo en todas aquellas personas que están a mi lado y con las que tengo relación, y con todas aquellas que la vida me pone en contacto. Ayúdame, Señor, a no fallarle y a tratarla como te trataría a Ti. Dame la fortaleza del desprendimiento y la voluntad para moverme y asistir en las necesidades a todos aquellos que la necesiten y pueda hacerlo.
Porque, Señor, no quiero ser de los que rezan mucho y te dicen Señor, Señor, y fallan en el amor. Lo más importante y la razón por la que Tú nos perdonas y nos salvas cada día. Sostenme, Señor, con mi espíritu siempre avivado y disponible. Sé que es fácil decirlo, pero más difícil hacerlo. Yo, consciente de mis egoísmos y pereza, te pido, Señor, que avives en mí ese espíritu desprendido y dado a entregarse por amor a las necesidades de los demás.
Fortaléceme, Señor, en la duda, en la tentación, en el mal, para que no me deje llevar por ellos y me mantenga firme en la fe y en la fidelidad a tu Palabra. Amén.