Estamos comprobando que hemos avanzado muy poco en cuanto se refiere al aspecto humano y al valor de la dignidad de la persona. Hoy está, quizás más avanzado que antiguamente, el aprecio y valor de los animales hasta el punto de que parece que tienen más derechos o, al menos iguales, que la persona humana. Se puede condenar a una persona por un descuido o mal trato a un animal. Es verdad, y no queremos que se nos interprete mal, que los animales deben ser bien tratados y cuidados, pero nunca superiores al hombre ni antes que el hombre. Incluso en lo concerniente al valor económico.
Los animales han sido creados para provecho del hombre y para servir al hombre. Esto significa también que el hombre tiene el deber de cuidarlos, protegerlos y darle el provecho apropiado para beneficio del hombre, sin llegar a mal tratarlos. Igual que, de la misma forma, tiene el deber de cuidar el medio ambiente y la naturaleza que le ha sido dada para su provecho y cuidado.
Por todo ello, le pedimos al Señor que nos dé la fortaleza y la sabiduría para poner siempre las cosas en su justo medio y darle el verdadero sentido para el que han sido creadas. Nunca podemos valorar más a los animales que a los hombres y mujeres creados a imagen y semejanza de Dios tal y como ocurrió con aquellos gerasenos que prefirieron el valor económico que representaban los cerdos antes que el bienestar y la curación de aquel endemoniado.
Pidamos al Señor que nos dé la sabiduría de saber entender esto y de dar siempre preferencia al hombre, criatura preferida por Dios y creada a su imagen y semejanza. Y para lo que ha enviado a su único Hijo, para, entregando su vida voluntariamente, liberar a los hombres de la esclavitud del pecado y de la muerte, dándole la Vida Eterna. Amén.