Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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sábado, 23 de enero de 2016

A TU LADO, SEÑOR, PARA LLENARNOS DE TU ESPÍRITU



La lógica nos dice que cuanto más te arrimas al peligro, más posibilidades tienes de caer en él. Más cerca, más posibilidades. Es la ley de las probalidades. Presumiblemente, cuanto más cerca estás del Señor, más posibilidades tienes de contagiarte de su pensamiento y de su Espíritu.

La cuestión, por tanto, es arrimarte lo más posible a Jesús, y pedirle su Gracia y su Luz. Y de permanecer, aunque se haga de noche, cada día de tu vida, siempre, a su lado, para, contagiado de su Gracia,  puedas también vivir como Él.

Nuestra meta es ser semejante a Él. Hemos sido creados a su imagen y semejanza, y eso nos descubre que nuestro fin es parecernos y vivir en y como Él. Y lo podremos hacer en la medida que permanezcamos con Él, viviendo injertados en Él. Por eso, Señor, te pedimos esa Gracia, para no desfallecer, ni para dejarnos embaucar por los criterios y tentaciones de este mundo en que vivimos, tan limitado y diferente a Ti, dónde todo lo que se da exige su recompensa.

Perdón, Señor, por tanta soberbia y egoísmo. Te damos gracias por todo lo que tenemos, recibido de tu generosidad Infinita. Nuestra ingenuidad y pecados nos impulsan a exigirte o rechazarte de forma intrépida y atrevida. Perdónanos Señor. Y danos la sabiduría de sabernos simples criaturas agradecidas por tanto Amos y Misericordia. 

Aléjanos de toda murmuración y que sólo los buenos pensamientos, aquellos que bendicen, habiten en nuestro corazón. Límpianos de toda maledicencia y de toda mala intención, para que todos nuestros actos sean reflejos de tu Amor y Misericordia. Sostén nuestra fe y concédenos la fortaleza de permanecer fieles y perseverar junto a Ti hasta el fin de nuestros días. Amén.

sábado, 14 de febrero de 2015

LLEVADOS POR TU GRACIA, SEÑOR



Corremos el peligro, al menos a mí me pasa, de creernos causa de los frutos de nuestra proclamación y acciones apostólicas; los autores de los frutos de nuestra cosecha. Es verdad que decimos que no, pero en el fondo de nuestro corazón late esa tentación que nos puede traicionar en cualquier momento.

Muchas veces manifestamos la satisfacción de sentirnos contentos por cómo van las cosas en el campo de nuestro apostolado. Incluso, sin darnos cuenta, nos creemos mejores que otros que, aparentemente, las cosas parecen irles peor. Sin embargo, en caso contrario, buscamos justificaciones fuera de nosotros. Difícilmente entonamos el mea culpa.

Esa actitud nos lleva, Señor, a desesperarnos; a desanimarnos, o a abandonar cuando las cosas no salen o responden tal como pensamos y queremos. Sentimos el fracaso y el deseo de abandonar, de desistir, y si no lo hacemos, desilusionados nos instalamos y nos dejamos llevar alojados en la resignación y mediocridad. ¿Es que no confiamos en el Señor? ¿Es qué no oímos lo que hizo con los panes y los peces?

Si miramos en el interior de nuestra Iglesia, encontramos actitudes instaladas y acomodadas en normas y preceptos que ocupan y constituyen el núcleo de su ser cristiano. Y ahí no está el Reino de Dios, porque Jesús no vive, ni en la mediocridad, ni en la acomodación. Jesús vive en el servicio y la entrega, por amor, a los demás. Él nos trae la esperanza de un mundo nuevo, de una vida nueva donde reina la Verdad, la Justicia y la Paz.

Y eso queremos nosotros, Señor, pedirte desde este rincón para orar por todos los hombres y mujeres de este mundo, te busquen o no, para que despierten y abriendo los ojos vean que el Reino que buscan lo tienen cerca, muy cerca, hasta el punto que está entre todos nosotros. Amén.