Jesús, no sólo da la Vida por cada uno de nosotros, sino que trata de convencernos presentándose, en sus discípulos, a cada uno de nosotros. Se reune con ellos y les presenta signos y huellas que dan testimonio de su Persona. La Resurrección es un hecho real y quiere que ellos lo vean con sus propios ojos y con sus propias manos.
Tomás, que no estaba en ese momento, se resiste. También te pasa a ti y a mí. Hay muchos momentos que nos resistimos, que vacilamos y nos dejamos embaucar por las dudas. Nos defendemos con nuestra razón y exigimos pruebas, milagros y hechos extraordinarios. Queremos que el Señor, como en un circo, nos deslumbre con su poder. Realmente somos indignos de merecer nada.
El Señor pasa por alto todo eso. Su Misericordia es Infinita y así lo propone al Padre. Su amor y su méritos satisfacen al Padre que nos perdona misericordiosamente. Sabe de nuestras debilidades y tentaciones y da poder a sus apóstoles, en el Espíritu Santo, para que nos perdonen nuestros pecados.
Te damos gracias, Señor, por esas pruebas de amor, y por tu Infinita Misericordia, que no merecemos. Nos postramos ante Ti y te pedimos que nos des la fe para ver, sólo apoyados en tu Palabra transmitida por tu Iglesia desde ese día de Pentecostés hasta hoy. Danos esa Gracia de perseverar si vacilar y de ser fuertes ante las tentaciones de este mundo que trata de apartarnos de Ti.
Y, de nuevo, Señor, aumenta nuestra fe sin la necesidad de estar buscando testimonios y pruebas que nos hablen de Ti. Creemos en tu Palabra y ella sola nos basta. Amén.
1 comentario:
Te damos gracias, Señor, por esas pruebas de amor, y por tu Infinita Misericordia, Gracias.
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