Hay muchas elucubraciones y divagaciones. Todo se reduce a estar seguros y a no apostar por algo que no lo tenemos claro. Pero, la fe nos exige riesgo y confianza. Condición indispensable es fiarnos de su Palabra. Él nos la da, y también nos la prueba, pero no a gusto del consumidor, porque no ha venido a hacer teatro ni a convencer a nadie. Ha venido, ayer nos lo decía, a invitarnos a un Banquete de gloria, de fiesta, de gozo y eternidad, y el vestido o etiqueta que tienes que llevar es la fe.
Se trata de creer en Él, de fiarnos de su Palabra y revestirnos de los Sacramentos que nos ha dejado en su santa Iglesia. Arrepentidos de nuestros pecados y apoyados en el alimento Eucarístico de su Cuerpo y su Sangre. Se trata de depositar toda nuestra confianza en su Promesa de salvación, y como los ninivitas, dejarnos llevar por su Palabra y disponer nuestros corazones a conversión.
Todo lo demás, que saltarán como piedras bien dispuestas en tu camino, son tentaciones, dudas y exigencias que te harán tribular debilitando tu fe y tu fortaleza. Es el pecado que nos exige una lucha constante para no ceder a sus elucubraciones ni seducciones. Necesitamos la oración y la fe puesta en la Promesa del Señor, que ha muerto, pero ha Resucitado al tercer día y, a los que creen en Él, también les resucitará para que asistan al Banquete de la eternidad festiva y gloriosa.
Sabemos que la lucha es combate diario; sabemos que no nos será fácil; sabemos que hay muchos obstáculos y dificultades, pero sabemos que la Promesa del Señor está ahí. Creemos en Él porque dentro de nuestros corazones está sembrada la semilla de la fe. Él la ha puesto ahí, y cultivada por su Gracia, florece y da frutos. Esos frutos que nos empujan al deseo infinito de ser eternos y felices, tal y como Él, Señor y dueño de todo lo creado y de nuestras vidas. Señor de la Vida y la muerte, nos ha prometido.
Gracias Señor por sostenernos en la fe. Te pedimos que nos des la perseverancia de cada día para que, a pesar de los tropiezos y obstáculos que la vida nos presenta, mantengamos siempre nuestra fidelidad y nuestra fe encendida a tu Palabra. Amén.
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