No perdamos más tiempo y pidamos luz al Señor para que nos alumbre el camino a seguir. No es cuestión de protestarle, porque no sabemos lo que decimos. Nuestros pensamientos están muy lejos de los de Él, pero, no sólo se trata de eso, sino de que no entendemos nada.
Nosotros pensamos en un mundo de luchas, de enfrentamientos, de vencedores y vencidos, y de responder con el poder a todos aquellos que piensan distinto o se interponen en nuestro camino. Y la sorpresa es ver la forma con la que responde Jesús. Nos quedamos perplejos y sorprendidos. No entendemos lo que nos dice Jesús. ¿Cómo es que no respondemos a ese rechazo de no acogernos? Estamos muy lejos de Él a pesar de estar tan cerca físicamente.
Y hoy seguimos todavía igual. Queremos sacarle productividad a todo y encontrar respuesta para todo. No entendemos el Amor de Dios, ni lo entenderemos nunca hasta que Él nos lo quiera revelar. Eso es lo que te pedimos hoy, Señor. Descúbrenos tu Amor y háznoslos comprender, para también amar nosotros. Porque todo viene de Ti, Señor, y sólo Tú nos lo puedes dar.
Sin más dilación, Señor, te pedimos la capacidad de amar. No sabemos cómo, pero confiamos en Ti. Contigo nos atrevemos a vivir en el amor y a superar todas las dificultades y tentaciones. Nos atrevemos a acompañarte a Jerusalén y permanecer a tu lado. Danos, Señor, esa fortaleza y valentía para perseverar y agarrarnos a Ti para no desfallecer.
Por eso, Señor, insistimos sin desmayo suplicándote que nos ilumines y nos des la sabiduría, no la de este mundo, sino la que nos sostiene siempre a tu lado. Amén.
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