María, la joven sencilla, humilde, sincera, obediente es elegida porque todo su ser lo pone en Manos del Señor y se entrega a la Misión que el Ángel Gabriel le anuncia. María es dichosa, no ya por todas sus virtudes, sino por su "Sí" a la Voluntad de Dios. Ella es la primera que escucha y acepta la Palabra de Dios, poniendo su vida en peligro y anteponiendo al Señor a todo lo demás.
Ella nos enseña que Dios es lo primero, y luego todo lo demás, que se nos dará por añadidura. Porque, obedeciendo a Dios no hay peligro verdadero. Podemos atravesar un camino de sufrimiento y dolor, pero saldremos vencedores como su Hijo, nuestro Señor, en su Pasión.
No tratemos de ser importantes en obras y hazañas heroicas; no tratemos de ser los primeros ni mejores por nuestras obras, porque Dios no nos pide obras, las hace Él. Sólo quiere nuestra libertad y disponibilidad, y que nos pongamos en sus Manos. Todo lo demás nos vendrá por añadidura de su Gracia. Eso es la lección que nos ha dejado María, que siendo humilde y sencilla es la Reina más admirada hoy de todos los pueblos. Precisamente hoy se celebra en toda España a nuestra Madre María, bajo la advocación de la festividad de nuestra Señora del Pilar.
Siempre tendremos en nuestra Madre, María, un ejemplo de iniciarnos en la oración. Porque, orar es obedecer en la escucha atenta a la Palabra de Dios. Quien ora está disponible y en actitud de corregir los pasos de su vida y encaminarlos según la Voluntad de Dios. Es decir, está abierto a la obediencia.
María es obediente y se abre a la Voluntad de Dios. Eso la hace dichosa y bienaventurada y, por eso, es elegida la Madre de Dios. Pidamos esa virtud de la obediencia, confiados a la Palabra de Dios. Dios, nuestro Padre, que no nos pedirá nada malo, sino al contrario, todo lo bueno que necesitamos para entrar en su Casa y pasar la eternidad junto a Él en gozo y felicidad eterna. Amén.
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