No puedo decir otra cosa, Señor, sino darte gracias. Darte gracias por tanto Amor y tanta Misericordia inmerecida. Pienso y medito, ¡qué sería de todos los hombres y mujeres sin tu Infinita Misericordia!, porque nuestros méritos, por mucho que hagamos no alcanzan nunca a saldar la deuda de tu amor ni el infinito regalo de tu Misericordia y Vida Eterna.
Ante tanto prodigio y misterio sólo puedo exclamar gracias, Señor, y pedirte la Gracia y la Fortaleza de tu Santo Espíritu para responder a tanto Amor y tanta Misericordia. No me cansaré de darte las gracias, Señor, porque nunca entenderé tu gran Amor sin esperar nada a cambio. Sobre todo, porque no podemos darte nada que te complazca ni que pueda saldar nuestra deuda Infinita. Sólo tu Amor me puede hacer bueno y sostenerme en tu Voluntad.
Enséñame, Señor, a amar como Tú y dame esa Gracia y capacidad para poder amar como Tú, Señor, me amas. Sosténme, Señor, en tu Palabra y Voluntad y transforma mi corazón en un corazón bueno, bondadoso y misericordioso como el Tuyo, para de esa forma, amar también yo a mi prójimo. Amén.
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