La experiencia te enseña a que en muchos momentos de tu vida tienes que romper con tus ambientes, con tus amigos y con tus familiares para defender la verdad. Lo viejo se enfrenta a lo nuevo y cuando lo nuevo resplandece en la verdad el fuego arde y el conflicto se hace presente. Eso lleva a familias enteras a enfrentarse los unos contra los otros. El Evangelio de hoy domingo lo manifiesta muy claramente: El fuego de la verdad - Lc 12, 49-53 - nos lleva a esos enfrentamientos.
No se trata de una guerra por cosas de este mundo, ni por bienes o riquezas. Tampoco por poder o prestigio, sino por la Verdad. Una Verdad que nos lleva a tener en nuestro corazón el amor como arma principal y, a través de él, la verdad, la justicia y la paz. Jesús, el Señor, quiere ver ese mundo arder con ese fuego y ese deseo le llena de angustia por querer que se cumpla.
Es eso lo que también nosotros desde este rincón de oración pedimos hoy. Queremos y pedimos que nuestros corazones ardan por defender la verdad y por establecer un Reino de justicia, amor y paz. Y sabemos que eso nos traerá enfrentamientos, luchas y hasta muertes. Nuestro Señor entregó su Vida precisamente por defender y proclamar ese Reino de los Cielos al que todos estamos llamados. Y, los que queremos y deseamos seguirle, tendremos que también entregar nuestras vidas, a pesar de los enfrentamientos, incluso con los nuestros, por proclamar ese Reino de Amor y de Paz.
Pidamos al Espíritu Santo, recibido en nuestro Bautismo, que tengamos la paciencia, la entereza, la fortaleza y la perseverancia de, poniéndonos en sus Manos, vivir en esa actitud de defender la Verdad y proclamar el Reino de Dios. Amén.
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