La fe empieza, como si de una semilla se tratara, desde pequeña a crecer. Es un proceso que va conformándose en la medida que, poco a poco, va descubriendo el Reino de Dios que se esconde en Jesús. El peligro está en que si se instala y se acomoda puede detenerse y entonces, si no crece, termina por morir. La fe es como una semilla que sembrada en tu corazón tiende a crecer y a hacerse grande.
Sin embargo, es un grave peligro que se detenga y queda instalada a mitad del camino. Eso significa que empieza a debilitarse y a morirse. Una fe pasiva e instalada en las prácticas religiosas y en los cumplimientos es una fe sentenciada a morir. La fe es un proceso de maduración que nace en un momento determinado, por la Gracia de Dios, y continua creciendo hasta la eternidad.
Es un don de Dios y en ella está contenido el Reino de Dios, porque, la fe hará crecer tus obras y tu misericordia, en tu relación con los demás, según la Palabra de Dios. Y es eso lo que te pido, Señor, que mi fe no se estanque ni se instale en las comodidades de este mundo; en las comodidades del bienestar y del buen vivir sin tener en cuenta a todos aquellos que sufren y que lo pasan mal porque carecen de lo más esencial y de muchas necesidades. O, porque sus derechos son pisoteados, marginados y excluidos de la sociedad del bienestar.
Ayúdanos, Señor, a saber defenderlos y acogerlos para darles esperanza y, sobre todo, a darles a conocer tu Mensaje de esperanza que les fortalezca y les de firmeza para nunca desesperar y apoyarse en tu Palabra. Amén.
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