HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.
Quizás no nos demos cuenta por quien somos enviados. Es posible que no hayamos descubierto que quien nos envía nos garantiza el éxito, aunque a primera vista no parezca que sucede así. Él también pasó por la misma experiencia y terminó en la Cruz, pero una Cruz de Victoria, de Triunfo sobre la muerte. Por tanto, nuestra victoria final está garantizada.
Y no podemos, ni debemos, olvidar que no hemos sido enviados por un cualquiera, ni por un idealista o soñador. Nada de eso, hemos sido enviados por el Señor, el Mesías, el Hijo de Dios Vivo, encarnado en Naturaleza Humana para, hecho hombre, saldar nuestra deuda con su Muerte y recuperar para el hombre y la mujer nuestra dignidad de ser hijos de Dios. Esta es la gran diferencia que no debemos ni podemos perder de vista.
Él es el garante de nuestra salvación. Ha entregado su preciosa Vida para salvar la nuestra. Ningún otro, por bueno que sea, y los hay, ha muerto por nosotros. Y no porque no lo haya intentado o hecho, sino porque el valor de su muerte nunca puede darnos la vida, pues su vida no alcanza la Grandeza Infinita de Dios Padre. Y mucho menos llega a la altura del Poder y Amor de Dios. Sólo, una Vida Divina a su altura puede satisfacer nuestra redención. Y esa Vida es la de nuestro Señor Jesús. Sólo él puede, con su Muerte, merecer y restaurar para nosotros nuestra dignidad de hijos de Dios.
Gracias, Señor, por tan valioso regalo, gratuito e inmerecido. Un regalo sin condiciones ni contraprestaciones. Un regalo que sólo busca nuestro bien y fortalecer y restaurar nuestra capacidad de amar, para la que hemos sido creados. Y, en consecuencia, darnos esa paz que buscamos y que tanto deseamos. Esa paz que nos fortalece y nos da la serenidad y paciencia para satisfacer nuestro deseo de amar. Porque, es verdad , cuando amamos experimentamos la alegría que buscamos y nos sentimos realizados y en paz.
Si, Señor, queremos, por tu Gracia y con tu compañía, sentirnos enviados y anunciar al Buena Noticia de Salvación que Tú nos has traído y anunciado. Y queremos proclamarla no sólo con y desde nuestra palabra sino sincronizando, como decíamos hace días, nuestra fe con nuestra vida y obras. Amén.
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