Sin notarlo ni ser consciente nuestra vida se va sumergiendo en el trabajo hasta el punto de quedar atrapados en el tiempo y sometidos a la esclavitud laboral. Sin embargo, a pesar de ello nuestro trabajo será fecundo y generoso con respecto a los demás en la medida que nuestro corazón sea semejante al de Xto. Jesús. Porque, un corazón simplemente humano es por su propia naturaleza un corazón egoísta y sólo en Manos del Espíritu Santo puede transformarse en un corazón suave, sencillo, manso y humilde, capaz de entregarse al servicio de los demás, tal y como hizo Jesús y como nos enseñó.
Por todo ello, Señor, te pedimos que nos transforme nuestro corazón egoísta en un corazón generoso, compasivo y abierto al servicio y alivio de los que sufren y padecen esclavitud, egoísmo y sometimiento de los poderosos y dictadores de este mundo.
Te damos gracias, Señor, por todo lo que nos has dado y te pedimos también que no lo guardemos, como ocurrió con aquel siervo que enterró el talento recibido, sino que lo negociemos con nuestro esfuerzo y riesgo para ponerlo en función del bien de los demás. Danos, Señor, esa fortaleza y capacidad para no desfallecer y para saber gastar nuestro tiempo en hablar contigo, abrirte nuestro corazón, escucharte y poner por obra tus enseñanzas en nuestra vida.
Es ese el Tesoro más preciado, Señor, y el que te pedimos para, teniéndolo, llevarlo a nuestra vida y ponerlo por obra. Gracias, Señor. Amén.
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