Dame, Señor, la luz y la sabiduría para entender que los talentos recibidos no son para gastarlos en mi provecho propio y para satisfacer mis egoísmos. Y, menos, para malgastarlos en banalidades y cosas que sólo satisfacen a unos cuantos o a los que les sobra de todo. Tú me los has entregado gratuitamente y gratuitamente he de darlos, y no a cualquiera, sino a aquellos que verdaderamente los necesitan. Y esos, Señor, son los pobres y carentes de toda ayuda.
Yo, sé, humildemente te lo digo, Señor, que he recibido unos talentos de tu Mano generosa, y sé que se me han dado, no para cubrirme de gloria, ni tampoco para mi provecho propio, sino para fructificarlos para el bien de todos aquellos que los necesitan. Por eso, Señor, te pido sabiduría para poder discernir sobre ellos y también fortaleza para cultivarlos en aras del bien de los más necesitados.
Dame, Señor, la capacidad y la voluntad de no dejarlos sin utilizar, ni tampoco malgastarlos de forma irresponsable, sino cuidarlos y fertilizarlos para que sean de provecho para todos aquellos que de ellos se puedan aprovechar para su bien. Esa es, Señor, mi petición de hoy. Quiero entregarte el cien por cien de todo los talentos recibidos, sean grandes o pequeños.
Son mis frutos los que Tú esperas, y a Ti quiero entregártelos sin estimar esfuerzos, pero pidiéndote, Señor, que me des las fuerzas y la voluntad para no dejar de hacerlo. Amén.
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