Una de las cosas que más necesito, Señor, es ser libre. Libre para poder decir siempre lo que pienso y que ese pensamiento esté siempre de acuerdo contigo, Señor. Es decir, sea tu Voluntad y no la mía. Y, para eso, está claro, Señor, que necesito dejar actuar dentro de mi corazón al Espíritu Santo, para que me dé esa magnanimidad de corazón para amar y perdonar con la misma medida que tu Misericordia, Señor, me perdona y me ama.
Es claro, no hace falta probarlo, que mi corazón no es así. Que le falta mucho amor, mucha magnanimidad, mucha misericordia y mucho de todo. Es un corazón pecador, egoísta y cómodo. Un corazón que se mira a sí mismo y que, casi siempre, piensa en sí. Y nada puedo hacer, Señor, sin Ti. Necesito y te pido, Señor, que lo transformes y lo cambies, para que, permaneciendo en Ti pueda parecerse a Ti.
Haz, Señor, que sea capaz de amar a tu estilo y a la máxima medida que Tú has pensado para mí. Que dé todo, Señor, según lo he recibido y al máximo según los talentos que Tú me has dado. Me canso, Señor, de repetirte siempre lo mismo. Me da la impresión, cada día, de no adelantar nada y hasta de estarte mintiendo o engañándote. Tengo la sensación de ir para atrás en lugar de dar algún paso para adelante. Y siento miedo de quedarme instalado en la mediocridad y no dar la medida que Tú esperas de mí.
Pero, y te doy gracias, Señor, continúo adelante. Trato de perseverar a pesar de mis pecados y mis perezas y comodidades. Sigo tras tus pasos y espero confiado que tu Gracia, tu Magnanimidad y tu Amor transformen mi corazón. En eso confío y eso camino esperanzado. En tus Manos y en tu Infinita Misericordia, Señor, me abandono. Amén.
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