Parto de que sé que me cuesta, que muchas veces me quedo a media y que otras, la mayoría, no sé qué hacer ni como actuar. Me pierdo y me siento impotente y sin fuerzas para actuar e incluir a esas personas marginadas, rechazadas por muchos y, creo, que con razón, y termino excluyéndolas. Y yo, Señor, no quiero excluirlas, porque, todas son hijas de tu Padre Dios.
Eso significa que tu Padre, que te ha enviado a Ti a limpiarnos corporalmente y espiritualmente, nos quiere a todos y, por medio de tu aceptación libre y voluntaria, entregando tu Vida para rescatarnos y merecer nuestra salvación, quiere incluirnos a todos, empezando por los más pobres y marginados. ¿Cómo rechazarlos? Dame, Señor, la sabiduría para también yo tratar a todos de la misma forma.
Es verdad, Señor, que nos cuesta aceptar a muchos y que muchos también no sean merecedores de ser atendidos por sus obstinados comportamientos, pero muchas veces somos conscientes que buscamos excusas y justificaciones para alejarnos de ellos. Reconocemos que somos cómodos o que no incomoda muchos de esos pobres o enfermos que nos complican la vida, incluso familiares. Y no queremos hacerlo, Señor. Queremos atenderles en la medida de lo posible y te pedimos las fuerzas y la paciencia necesarias para actuar como Tú quieres que actuemos.
Ayúdanos, Señor, a no ser excluyentes sino incluyente con todos aquellos que se acerquen a mí y a los que yo pueda acercarme. Dame la sabiduría y la astucia de poder ayudarles y, sobre todo, de llevarles a Ti. Amén.
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