Creo que el Evangelio de hoy nos interpela en esa dirección: "Abre tu corazón y déjate guiar por la Mano de Dios". Indudablemente, eso no significa que nos lancemos al viento y nos dejemos arrastrar según la fuerza del viento. Quiero significar que la acción del Espíritu Santo es prudente y proporcional a las cualidades - panes y peces - que cada cual haya recibido. El discernimiento te irá descubriendo donde tú puedes volcar esos panes y peces recibidos.
De cualquier forma, tu interés, tu hambre y sed, tu deseo de dar de comer a quien no tenga nada que comer debe ser la actitud que Dios te pide para tomar tus panes y peces y ponerlos en la boca de los que tengan hambre y quieran comer. Comer de esa comida espiritual que satisface plenamente y nunca se acaba. Esa comida que nos llena hasta la Vida Eterna. Esa comida que es el Pan espiritual que nos alimenta eternamente y nos da la Vida Eterna.
Ese es el alimento que debemos buscar, por encima del que alimenta nuestro cuerpo. Porque, el pan material se acaba y nos alimenta temporalmente, pero el Cuerpo y la Sangre de Cristo nos dan la Vida Eterna. Y ese Pan Eucarístico nos ayudará también a que tampoco falte en la mesa el pan de cada día. Por eso, Señor, te pedimos el alimento que viene de Ti, para que, alimentados de tu Cuerpo y Sangre, podamos también alimentarnos del pan que necesitamos cada día para seguir el camino que nos lleva al encuentro contigo. Amén.
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