Tú, Señor, lo has dicho: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad... - Mt 11, 28-30 - pero, mi carga me dobla mi espalda y me cuesta mucho, Señor, avanzar seguirte con ella a cuesta. Necesito aligerarla y despojarme para poder avanzar. Yo, Señor, creo en tu Palabra y, por eso, como esa mujer cananea, yo te insisto y te pido que fortalezca mi espalda para poder sostener esa carga que tengo que llevar.
Experimento que estoy atado y me siento esclavo. No puedo, Señor, librarme de mis yugos y cargas. Estoy cautivo y preso de mis riquezas, mis apetencias y apegos, mis soberbias y egoísmos y mis intereses tanto materiales como espirituales. ¡Te necesito, Dios mío!
Llego a la conclusión, Señor, que yo soy otro hombre rico. Rico en apetencias, apegos, riquezas espirituales, soberbias, egoísmos y toda actitud instalada en la comodidad que me hacen cautivo y me esclavizan mi espíritu sometiéndolo a las seducciones de este mundo hasta el punto de alejarme de Ti, Señor. Por eso, hoy, Señor, te pido que hagas soportable mi yugo y aligeres mi carga para que, sostenido en tu Espíritu encuentre la fortaleza y la perseverancia para seguirte e ir despojándome del lastre que esclaviza mi alma y la somete a las seducciones de este mundo.
Gracias de antemano, Señor, porque, sé que Tú me escuchas y atiendes mis súplicas, tal y como hiciste con aquella mujer cananea. Amén.
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