Es posible que piense, Señor, que puedo conocerte a través de la Escritura y también de los libros que hablan de Ti. Incluso, por aquellos testimonios que muchos, que te han seguido, nos han dejado. Es verdad que todo eso ayuda y puede llevarme al conocimiento de Ti, pero, solo, si soy capaz de permanecer a tu lado y escuchar tu Palabra, podré conocerte hasta el punto de amarte.
Así sucedió aquella tarde cuando aquellos dos discípulos de Juan el Bautista siguieron a Jesús indicados por él. Recordamos lo que ocurrió: Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima.
Jesús les invita a conocerle, a ver dónde vive y qué hace, y ellos, dice la Escritura, se quedaron con Él toda la tarde. También, hoy, Jesús nos invita a ir y conocerle y, dependerá de nosotros seguir sus pasos. Aquellos dos discípulos de Juan siguieron a Jesús y se quedaron encantados de estar con Él. Tanto que Andrés, que era uno de ellos llevó a Pedro a que conociera a Jesús.
También yo, Señor, quiero pedirte que me des la voluntad y la fortaleza para permanecer a tu lado. Hay muchas tentaciones y peligros que se interponen para que te siga, pero yo quiero seguirte. Es eso lo que te pido, Señor, permanecer a tu lado y con el corazón abierto y entregado a tu Gracia. Sé y reconozco mis pecados, mi abulia, mi comodidad y mi pereza. Necesito tu Aliento, tu Fuerza y Voluntad para, venciéndome, irme entregando a tu Amor y dándome, también por amor, a los demás. Gracias, Señor.
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