Espíritu Santo, no permitas que pierda la ilusión por buscar al Señor cada día, a reconocerlo en los acontecimientos cotidianos. No permitas que me acostumbre a la mediocridad, que crezca en mí la sed y la inquietud de la búsqueda. Haz que la rutina no me venza y el cansancio me ahogue.
No dejes, Espíritu santo, que me acomode en mi pequeño mundo sino que tenga ilusión de encontrar nuevas ilusiones. Que cada día se convierta en una oportunidad para seguir los proyectos del Padre.
Señor, ayúdame a seguir siempre tus pasos y cuando mire atrás comprenda que todo lo que me ha ocurrido ha estado bendecido por Ti. Amén.
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