Necesito ejemplos en mi vida concreta para ver actuar a Dios. Él está en lo más profundo de mi ser. Y está en la aparente superficialidad de mis días. En lo que hago, en lo que digo, en lo que sufro. Tal vez solo tengo que mirar mi vida hoy para aceptar que Dios me habla en la parábola de mis días. Eso sucede cuando escucho el alma de un hombre. Trato de ver a Dios oculto en los pliegues de su carne. En la hondura de sus lágrimas. En la brisa suave de su sonrisa. Y puedo entonces percibir las manos de Dios actuando y su amor haciéndose vida. Se me hace más fácil entonces describir cómo actúa Dios al verlo actuar en lo más concreto de la vida humana. Al verlo actuar en la mía misma. Donde la Palabra que escucho tiene una fuerza nueva. Y puedo entender su misericordia en las lágrimas de dolor de quien sufre. Y puedo apreciar la fuerza del Reino en un corazón arrepentido.
(sermonje.eu)
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