Me asustan los caminos desconocidos. Los lugares que nunca he pisado. Como si mis pasos sólo pudieran estar tranquilos allí donde me siento seguro. Tal vez es el miedo a recorrer lugares nuevos. El miedo a perder la vida. El miedo a no alcanzar mis sueños. El miedo a las tormentas no deseadas ni buscadas. Miedo a hundirme en mares que no conozco.
Por eso pienso en los pasos tranquilos de Jesús sobre las aguas. Caminando mar adentro mientras esperamos un milagro sobre la barca sacudida por las olas. Oigo entonces su voz en mi tormenta. Oigo una voz sobre las aguas. La vida puede cambiar al ver un simple gesto. O al escuchar una palabra importante. Jesús tal vez no sabe de pesca, de tempestades, de velas y remos. Pero sí conoce mi alma. Y mi sed. Y mi llanto. En medio de mi tempestad Jesús viene a verme. Deja la playa después de buscar a su Padre, camina sobre las aguas del mar buscando ahora a los hombres. Y tal vez nos asusta su presencia. Porque no lo esperábamos así. Camina sobre el mar de mi vida sin que yo lo vea. Y me pide que no tenga miedo, que camine sobre las aguas. Solo basta su presencia. Un simple gesto de Jesús mirándome con misericordia llamándome a ir hacia Él mientras camina por mis mares.
(sermonje.eu)
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