"Hay personas que son felices con muy poco. Sonríen y caminan despacio sujetando el alma al cielo, alegres y tranquilos con lo que la vida les ofrece cada mañana. No llevan cuentas del mal que reciben y tampoco del bien que ellos hacen. Valoran cada detalle, cada sonrisa, cada palabra, cada gesto. No guardan rencor cuando son heridos y perdonan. Saben sacarle el lado bueno a todo lo que les pasa, incluso cuando todo se oscurece a su alrededor por culpa de la tormenta. Ante la pérdida, aprenden a valorar lo que les queda. Siempre encuentran caminos de salida en lugares imposibles, cuando a su alrededor todos están perdidos. Esperan siempre algo bueno de la vida cuando muchos pierden la esperanza junto a ellos. Se inventan nuevas formas de vivir, de amar, de soñar. No sobreviven en medio de las dificultades. Viven en plenitud, sin tapujos.
No tienen expectativas imposibles de cumplir sobre las personas. No pretenden que se adapten a su forma de ver las cosas. Ni exigen que tengan su mismo punto de vista. No reclaman, no piden. Saben ponerse en el lugar del otro, en sus zapatos, en su alma para así poder mirar con respeto. Aceptan sus límites sin exigirles lo imposible. Valoran sus actos sin pretender que hagan otra cosa".
(sermonje.eu)
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