Gracias, Padre, por María, la Virgen. Ella es Pilar de nuestra fe, de nuestra vida cristiana. Es pilar seguro por su humildad y sencillez. Es pilar firme porque se apoyó en el mejor cimiento, se apoyó en Ti, en tu amor, que nunca falla, se apoyó en tu palabra, escuchada y cumplida. Fue pilar en el que descansó su prima Isabel, su esposo San José y los primeros discípulos de Jesús. Es pilar en el que nosotros nos podemos apoyar.
Padre bueno, quieres que yo sea también un buen pilar. Sé que con mis propias fuerzas no puedo ser un pilar seguro y quiero apoyarme, como María, en el mejor cimiento, quiero apoyarme en Ti, en tu amor, en tu palabra. Sólo Tú eres el cimiento que nunca se mueve. Muestra tu fuerza en mi debilidad, tu grandeza en mi pequeñez, para que sea pilar en el que puedan descansar las personas que Tú pones en mi camino. Amén.
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